Patrimonio de Garachico

Patrimonio histórico-artístico de la Villa y Puerto de Garachico

     Los siglos XVI y XVII constituyen la época dorada de la historia de Garachico. La prosperidad económica del lugar se basó en la consolidación de su rada, sobre todo durante el siglo XVI, como puerto principal de Tenerife, con tráficos comerciales con Europa, América y África. Al calor del auge portuario se produjo el paulatino desarrollo urbano. El floreciente comercio no solo atrajo a los agentes económicos (banqueros y comerciantes) propiamente dichos, sino también a familias nobles y a comunidades religiosas, a prestigiosos artistas, a funcionarios de la Corona, a escribanos públicos, a constructores navales y a maestros y aprendices de todos los oficios. Pronto, pues, comenzó el trazado de calles y plazas y la construcción de edificios de toda índole. A finales del siglo XVII existían dos iglesias, un hospital, un castillo, cinco conventos, varias ermitas y ricas casonas, reflejo todo ello de una urbe dinámica y cosmopolita cuya existencia se vería truncada  por la erupción volcánica de mayo de 1706.

MedallaEl rico patrimonio histórico-artístico heredado del pasado y el especial cuidado que se ha tenido en su conservación, le valieron a la Villa y Puerto la concesión, por real decreto de 7 de marzo de 1980, de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. El respeto a ese legado ha hecho que el Garachico de hoy, sobre todo su casco antiguo, sea una valiosa muestra del arte en Canarias, particularmente del urbanismo y de la arquitectura tradicional del Archipiélago. Pasear por sus tranquilas calles supondrá para el visitante, ciertamente, un ejercicio gratificante que le permitirá recrearse en el acervo cultural isleño. Se disfrutará entrando en sus iglesias y conventos y admirando los tesoros artísticos que conservan, contemplando las magníficas muestras de vivienda canaria (casonas nobles o edificaciones populares), descansando en sus acogedoras plazas con cuidados jardines y en sus románticos rincones o, simplemente, observando el trajín de la vida cotidiana de su gente.

     La trama urbana de la capital municipal, declarada en febrero de 1994 por el Gobierno de Canarias Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico, está formada por tres zonas bien diferenciadas. La más antigua, definida entre los siglos XVI y XVIII, va desde la ermita de San Roque hasta el límite formado por el castillo de San Miguel y la Puerta de Tierra. A partir de aquí y hacia el oeste, en dirección al viejo muelle, está la zona edificada sobre las coladas del volcán de 1706 que sepultaron buena parte del antiguo puerto. La zona más moderna se encuentra hacia el este, formada fundamentalmente por el denominado barrio de San José, conocido popularmente por El Volcán, área también afectada por la citada erupción volcánica, cuyo desarrollo urbano comienza a hacerse patente a principios del siglo XX, encontrándose todavía en expansión hacia los terrenos que abarca la antigua hacienda  de El Lamero. La nueva infraestructura portuaria construida en la bahía de Las Aguas e inaugurada oficialmente en mayo de 2012, constituye la última gran modificación del trazado urbano del núcleo histórico garachiquense que, tras tres siglos de perseverantes reivindicaciones, ha venido a revitalizar la actividad económica y la tradición marinera de la Villa.

Casa de Piedra
Casa de Piedra

La arquitectura tradicional canaria tiene en Garachico, pueblo que aglutina características rurales y urbanas, numerosos y valiosos ejemplos. En lo que se refiere a arquitectura doméstica, las edificaciones más importantes pertenecen al siglo XVII. Entre ellas destaca, por la belleza y calidad de su fachada de cantería, la casa palacio de los marqueses de Adeje y condes de La Gomera, situada frente a la plaza La Libertad y conocida popularmente como Casa de Piedra. Fue construida en la segunda mitad del siglo bajo la responsabilidad de un maestro cantero apellidado Báez Marichal, por encargo de Juan Bautista de Ponte (primer marqués de Adeje) cuya hija, Mariana de Ponte, heredará la casa. Mariana de Ponte se había casado en 1664, con Diego de Herrera Ayala (conde de La Gomera). La incorporación de este último título nobiliario a la familia y descendientes del primer propietario ha quedado reflejada en la denominación actual del inmueble. El mismo se vio afectado por las consecuencias de la erupción volcánica de 1706 y estuvo en ruinas durante mucho tiempo. Hoy solo queda en pie el cuerpo principal de la edificación original.

     Cercana a la anterior, en la glorieta de San Francisco, se encuentra la casa del marqués de la Quinta Roja, cuyos orígenes datan de finales del siglo XVI. Propiedad primero de la familia Monteverde, la casa fue reedificada por Cristóbal de Ponte y Llarena (primer marqués de la Quinta Roja) en el siglo XVII. Se libró del volcán de 1706 pero un incendio posterior destruirá buena parte del edificio. Nuevamente reconstruido sirvió, entre 1709 y 1749, de alojamiento provisional de la comunidad de religiosas concepcionistas franciscanas.

     La casa de los Ponte, en la calle dedicada a uno de los más destacados miembros de la familia (Esteban de Ponte, alcalde de Garachico entre 1859 y 1884), es un edificio del siglo XVIII, construido sobre el solar que ocupaba la antigua casa familiar destruida por el fuego en el pavoroso incendio de 1697.

     Las casas de campo están representadas en Garachico por dos magníficas muestras: El Lamero y La Quinta Roja. Ambas son casas de dos plantas pertenecientes a familias acomodadas, de ahí que formen parte de grandes haciendas. La distribución y el uso de sus dependencias están relacionados con su  función eminentemente agropecuaria (bodegas, graneros, caballerizas, cuadras, etc.,). No obstante, como residencia temporal de los señores propietarios, su construcción presenta también elementos cultos propios de las casonas urbanas.

     Al margen de las descritas, Garachico posee otras antiguas casonas de los siglos XVIII y XIX, que jalonan sus adoquinadas calles y que ponen de relieve, sobre todo a través de sus puertas y ventanas, los ricos trabajos de carpintería característicos del norte de Tenerife.

     Importantes son también las muestras de arquitectura popular, reflejadas en las numerosas casas terreras (de una sola planta), con cubierta de teja o azotea, de sencillas fachadas blancas y puertas y ventanas de verde o marrón. En los últimos años, muchas de estas viviendas han recuperado en sus fachadas colores tradicionales (ocres, rojizos, etc.) suprimidos en su día por la uniformidad del blanqueado.

Castillo de San Miguel
Castillo de San Miguel

El único ejemplo de arquitectura militar es el castillo de San Miguel, construido en el mismo lugar en el que se hallaba el primer fortín con que contó el antiguo puerto para su defensa. El rey Felipe II autorizó la nueva edificación, patrocinada por el regidor Fabián Viña, por real cédula de 25 de julio de 1575, comenzando las obras el mismo año. Este baluarte se vio también afectado por el incendio de 1697. La erupción de 1706, que supuso un duro golpe para la economía de la Villa, impidió la total restauración del castillo, cuya decadencia era ya palpable antes de mediar el siglo XVIII. A lo largo del siglo XIX continuó como sede de las fuerzas militares que prestaban servicio en Garachico. En 1876 desaparecerá definitivamente la compañía de artilleros milicianos de la villa y solo se mantuvo, durante algunos años, una comandancia militar. En su pétrea fachada destacan, sobre la puerta de entrada, los escudos heráldicos de la Corona española (imperial de Carlos I), de la isla de Tenerife y de las familias nobles vinculadas a la historia de la fortaleza. En 1905 la Capitanía general de Canarias cede provisionalmente la fortaleza, para ser usada como depósito municipal, al Ayuntamiento que, en 1959, se hará con la propiedad de la misma. Una vez restaurado, fue destinado a usos culturales, albergando en la actualidad el Centro de Información Patrimonial de la Villa. En 1999 fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento.

     Cerca del castillo de San Miguel y junto a la popularmente conocida como plaza de Abajo se halla la denominada Puerta de Tierra, por donde entraban y salían las mercancías que se cargaban y descargaban en el antiguo puerto de Garachico. Este histórico vestigio del esplendor comercial de la villa comparte espacio con otra importante muestra de la historia de la economía insular: el lagar (s. XVII) procedente de la hacienda de San Juan Degollado, que actualmente  -todo hay que decirlo- presenta un lamentable estado de conservación, precisando, por tanto,  de una urgente intervención que evite su total deterioro.

Interior de la Iglesia Matriz de Santa Ana
Interior de la Iglesia Matriz de Santa Ana

Mayor monumentalidad ofrece la arquitectura religiosa, bien representada en la Villa y Puerto por ermitas, iglesias y conventos. Del conjunto de edificaciones religiosas existentes sobresale, por su porte y categoría artística, la parroquia matriz de Santa Ana, caracterizada por una esbelta torre que destaca sobre el conjunto urbano de la capital municipal. Su construcción se inicia después de 1520, sobre un solar cedido por Cristóbal de Ponte, el fundador de Garachico, cuya esposa, Ana de Vergara, motivó la advocación titular del templo. La primera fábrica se prolongó a lo largo de los siglos XVI y XVII. En 1540 la obra estaba bastante avanzada y en 1578 el obispo Cristóbal Vela, con un nuevo  plano  trazado por el propio prelado, impulsa el proyecto. En 1590, aunque el templo seguía siendo de una sola nave, se habían iniciado las obras de capillas, naves colaterales y otras dependencias, que se continuarán en la siguiente centuria al mismo tiempo que se iba dotando al templo de retablos, lámparas, órgano y demás mobiliario propio del culto católico de la época, todo ello promovido por las personas más notables  de la localidad (Juan de regla, Fabián Viña, Bartolomé de Ponte, …).Uno de los elementos arquitectónicos más destacados es la portada principal, comenzada por el maestro cantero Bartolomé Díaz y finalizada por Manuel Penedo. Esta doble autoría, a caballo entre los siglos XVI y XVII, dio lugar  al mezcla de elementos platerescos y renacentistas, apareciendo incluso elementos tardo-góticos como las dos ménsulas que aparecen en los fustes vaciados de las dos pilastras coronadas con capiteles de orden compuesto, verdaderos arcaísmos del estilo manuelino portugués. La primitiva iglesia sufriría también las consecuencias del volcán de 1706. El edificio ardió en su práctica totalidad pero conservó sus cimientos y muros exteriores. Las columnas y arquerías se tuvieron que construir de nuevo. Los trabajos de reconstrucción se desarrollarán entre 1714 y 1721, llevados a cabo por el alarife Andrés Hernández Salgado, que le imprimió un proporcionado y armoniosos estilo renacentista en arcos y columnas, mientras los techos fueron elaborados con características mudéjares. En cuanto a la torre, hay que señalar que su construcción fue ordenada en 1605 aunque la obra no se empezaría hasta 1615. Al comenzar el siglo XIX la torre seguía sin concluirse y a partir de 1826 los trabajos para finalizar la edificación cobran nuevo impulso aunque no se logran rematar hasta 1927.

     Cercana a la iglesia de Santa Ana, en la glorieta de San Francisco, se encuentra la iglesia  de Nuestra Señora de los Ángeles, perteneciente al antiguo convento franciscano a cuyo claustro se halla adosada. El convento, primero con el que contó Garachico, fue fundado por Cristóbal de Ponte en 1524 y su edificación duró hasta el siglo XVII. El campanario data del año 1611 y pudo salvarse del incendio que arruinó el convento y su iglesia como consecuencia del volcán de 1706.

santo_domingo_garachico_7En la plaza de Santo Domingo, conocida también por plaza del Hospital, se encuentra e antiguo convento dominico de San Sebastián, convertido hoy en residencia de ancianos y su iglesia en Auditorio Municipal y Museo de Arte Contemporáneo. Fue fundado en 1601 por Nicoloso de Ponte y Cuevas, encontrándose prácticamente terminado en la primera mitad del siglo XVII. Por su situación se salvó del volcán de 1706 y hoy constituye una de las mejores muestras de arquitectura religiosa isleña, con una hermosa fachada en la que destacan siete balcones cubiertos de tradición portuguesa. La portada de la iglesia es de estilo plateresco y se le atribuye al cantero Manuel Penedo. En la calle Esteban de Ponte, frente al actual hotel San Roque, se encuentran los restos del convento agustino de San Julián. Fue fundado en 1621 por el capitán Julián Moreno y llegó a ser sede, a partir de 1640, de un famoso colegio de latinidad y estudios artísticos  que desarrolló una importante labor educativa y cultural. El primitivo edificio se quemó en el incendio de marzo de 1697 y no pudo ser totalmente reconstruido hasta 1742, año en que se termina de nuevo su iglesia. En febrero de 1825 este convento vuelve a sufrir otro incendio, comenzando su decadencia definitiva hasta acabar convertido en vivienda particular. A finales del siglo XX fue adquirido por el Cabildo de Tenerife y en la actualidad, restaurado y sin uso alguno, pertenece a una entidad bancaria.

     A pocos metros del referido cenobio agustino se halla el convento de las concepcionistas franciscanas, titulado de San Pedro y San Cristóbal. Se trata del segundo convento femenino de Garachico, después del de San Diego que se había fundado en 1590 y cuya edificación fue demolida en la segunda mitad del siglo XIX. El convento concepcionista fue también el último de los creados en la villa y su fundador fue, en 1637, Cristóbal de Ponte y Hoyo. En 1643 comenzó la vida de clausura de su comunidad religiosa que, a pesar de diversos avatares, se ha mantenido hasta la actualidad. Es, pues, el único convento que subsiste como tal. No le afectó la erupción de 1706, pero la cercanía de la catástrofe obligó a las monjas a abandonarlo. Las religiosas regresaron a él en 1708 y apenas un año después, en julio de 1709, un voraz incendio destruirá totalmente el edificio. Su reedificación fue ordenada por el obispo Juan Francisco Guillén y los trabajos de reconstrucción se desarrollarán entre 1745 y 1749. Su cercanía al mar le ha causado también problemas y en 1856 se vio parcialmente destruido por el oleaje. A lo largo del siglo XX el edificio ha sido objeto de varias obras de restauración en su interior, perdiendo buena parte de su primitivo aspecto. Su iglesia, de una sola nave con cubierta de estilo mudéjar, es la única dependencia abierta al público, contando también con una hospedería destinada fundamentalmente al retiro espiritual. En la fachada norte sobresale la portada principal de cantería. Pieza singular de su arquitectura, representativa de las construcciones conventuales isleñas, es el ajimez que destaca sobre la esquina norte del convento.

untitledLa riqueza arquitectónica de Garachico se complementa con la existencia de importantes manifestaciones de escultura y pintura, fundamentalmente de carácter religioso. No en vano Garachico fue sede en el siglo XVII del célebre taller escultórico instalado por el andaluz Martín de Andújar, discípulo aventajado de Martínez Montañés, que crearía escuela en el panorama artístico insular con creadores de la talla de Francisco Alonso de la Raya o Blas García Ravelo. Ermitas, iglesias y conventos atesoran magníficos  ejemplos de este tipo de obras de arte. Al respecto el interior de la iglesia parroquial de de Santa Ana se nos muestra como un auténtico museo de arte sacro. Aquí destaca el tabernáculo del altar mayor que, fabricado bajo esquemas clasicistas a finales del siglo XVIII, fue colocado en el templo en 1802. En este tabernáculo, atribuido a José de Bethencourt y Castro, se hallan tres valiosas tallas. El Crucificado (S. XVII) es obra del ya citado imaginero Martín de Andújar. Las imágenes de santa Ana y san Joaquín (1798) salieron de la mano del afamado escultor de Gran Canaria José Luján Pérez (1756-1815). Muestra del arte americano en Canarias es el denominado Cristo de la Misericordia (S. XVI) que, en principio y durante bastante tiempo, se consideró obra elaborada en pasta de maíz, según la técnica de los indios tarascos de Michoacán (México). En 2010, el profesor tinerfeño Pablo Amador Marrero, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, tras someter la imagen a un riguroso estudio radiológico, corrigió la naturaleza artística de la misma, descubriendo que en realidad se trataba de una escultura de papelón (fabricada en papel de fibras textiles como las de lino, cáñamo o amate para el caso mejicano), técnica que se funde el arte novohispano con la aplicación de la caña de maíz, formulando –como señala el propio Amador Marrero- nuevas variedades constructivas. La obra pictórica que decora el templo es de gran calidad. Las pinturas que se hallan rematando el retablo del Señor de la Columna han sido atribuidas, por algunos especialistas, a Francisco Meneses Osorio, ayudante y colaborador de Murillo (1617-1682).

     En la iglesia de Santa Ana también se encuentra otra pieza interesante del arte sacro garachiquense. Se trata de la pila bautismal de mármol (s. XVII), donada por Pedro de Ponte  y Llarena (conde del Palmar). Detrás del tabernáculo de la capilla mayor se halla la excelente sillería del coro, cuya parte más antigua fue realizada en el siglo XVIII en buena madera isleña. La orfebrería parroquial ofrece igualmente buenos objetos en materiales preciosos. La mayoría son trabajos del siglo XVIII. Sobresalen las andas de baldaquino de la Virgen del Rosario y las del Corpus, la custodia de tembladeras (barroco isleño) y varios cálices, entre los que destaca uno de oro de estilo rococó. Este patrimonio se enriquece con valiosos ornamentos pertenecientes al vestuario litúrgico parroquial, como el terno dominico (s. XVIII) bordado en hilo de oro. Muchas de estas piezas forman parte del Museo de Arte Sacro del propio templo.

     En la iglesia del convento de las concepcionistas franciscanas destaca el retablo mayor, obra del siglo XVIII y uno de los mejores exponentes del barroco canario. En él se encuentra la magnífica talla de la Inmaculada Concepción, que llegó a Garachico en 1819 procedente de Sevilla. De gran valor artístico, con características propias de la imaginería andaluza del siglo XVII, es la imagen de san Diego de Alcalá ubicada en el mismo retablo y atribuida a Martínez Montañés (1568-1648). En este monasterio se guarda también un valioso copón de plata, fechado en 1685.

     Muestras singulares también de  la arquitectura religiosa local son las ermitas de San Roque y de Nuestra Señora de los Reyes. La primera construida por los vecinos a principios del siglo XVII, a raíz de la epidemia de peste que asola a la población entre 1601 y 1606. Reedificada en la primera mitad del siglo XVIII fue restaurada nuevamente y ampliada en 1812. En este santuario, de especial relieve para la vida espiritual de Garachico, destaca la imagen del santo titular que los especialistas catalogan dentro del barroco andaluz de principios del siglo XVII. La segunda de las ermitas mencionadas se halla situada en el histórico barrio de Los Reyes y su existencia se constata desde finales del siglo XVI. Se libró del volcán de 1706, hecho al que la devoción popular le dio carácter milagroso y terminó por envolver a este pequeño santuario en la leyenda. Otros templos significativos son las iglesias parroquiales de San Pedro de Daute, La Caleta de Interián y San Juan del Reparo. La primera construida en el lugar considerado como el núcleo fundacional de Garachico. Sus orígenes datan de finales del siglo XV y su aspecto actual, resultado de una desafortunada transformación  en la segunda mitad del siglo XX, poco tiene que ver con el primitivo templo. En su interior destacan las imágenes de Nuestra Señora de la Concepción (escuela andaluza) y la pequeña talla de san Pedro Apóstol, esta última, al parecer, de factura isleña y ambas del siglo XVII. La iglesia de San Andrés Apóstol, en La Caleta de Interián, tiene su origen en la ermita fundada por Fabián Viña Negrón, cuya construcción se inició a finales del siglo XVI. No estuvo totalmente terminada hasta 1623. En 1780 fue restaurada y en 1900 se aumentó su tamaño. En 1927 su vieja espadaña se sustituyó por una torre de tres cuerpos que, posteriormente, a finales del siglo XX, sería reemplazada por la que posee actualmente. Este templo fue convertido en iglesia parroquial en 1963. En su interior destaca, por su factura artística, la imagen del santo titular, objeto de gran devoción comarcal. Por último, el santuario del barrio de San Juan del Reparo, en las medianías del municipio, fue convertido en parroquia en 1930. Ampliado en el primer tercio del siglo XVIII y su torre actual data de 1964. En su interior destaca la techumbre de características mudéjares y el retablo mayor, así como un valioso cuadro que representa a la Virgen de Guadalupe.

     Por otra parte, los rincones y plazas de Garachico acogen, desde la segunda mitad del siglo XX en adelante, interesantes muestras escultóricas. Cebe destacar aquí el monumento a Simón Bolívar, libertador de Venezuela en cuyo árbol genealógico se encuentran, al parecer, ascendientes originarios de Garachico. La estatua en bronce de Bolívar, que se encuentra ubicada en la plaza La Libertad, es obra del escultor grancanario Juan Jaén y fue inaugurada el 24 de julio de 1970. El monumento al Emigrante Canario, emplazado en el lugar conocido como Risco Partido, fue inaugurado el 3 de agosto de 1990. Esta obra, también en bronce, fue realizada por el escultor y poeta tinerfeño Fernando Garcíarramos. En abril de 1991 se inauguraba, en el Parque Puerta de Tierra, el busto del poeta gaditano Rafael Alberti, obra del yugoslavo Tomé Serafimovski. Alberti había visitado Garachico el 19 de enero del mismo año. En el citado parque se encuentra también una obra del escultor Eladio de la Cruz: el busto idealizado, altorrelieve igualmente en bronce, dedicado al fundador por antonomasia de Garachico, el genovés Cristóbal de Ponte.

CIRILO VELÁZQUEZ RAMOS

                                                                                   Historiador

 

NOTA: Este artículo, de carácter eminentemente divulgativo, ha sido elaborado -en su mayoría- con los textos referidos a la Villa y Puerto de Garachico que aparecen en el contenido de la Guía Turística dedicada a la Comarca de Daute-Isla Baja, editada  -en 2004- por el Área de Turismo del Cabildo de Tenerife en colaboración con los ayuntamientos de la zona (Garachico, Los Silos, Buenavista y El Tanque) así como con los que aparecen  en el plano callejero editado por el Centro de Iniciativas y Turismo de Garachico. En ambos casos, el autor de los mismos es el historiador Cirilo Velázquez Ramos que, para esta ocasión, ha hecho una adaptación, corrigiendo y actualizando algunos datos, de parte de lo publicado en su día tanto en la citada guía turística promovida por el Cabildo tinerfeño como en el mencionado plano callejero del CIT local.

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