ADIÓS AL PUERTO DEL NORTE

Con el navío aún amarrado al muelle de Garachico Manuel se despedía de Carmita y de su hijita. Aún estaba preocupado por los temblores y sacudidas que sintió aquella noche pero las tareas de estiba del navío le quitaron de la cabeza aquel inquietante pensamiento.De un salto se subió al tablón que le llevaba al bergantín William & Mary que fletaba, como siempre, Gilbert Smith, el comerciante irlandés que compraba todo el Malvasia que se producía desde Garachico a Punta de Teno. Smith vivía en el Guincho y era una persona muy querida pues no se sabía cómo siempre tenía necesidad de comprar más y más vinos que enviaba a Londres y otros puertos de Europa.Muchas de esas viñas eran de varios primos de Juan y de algunos de sus amigos que no entendían ni papa de ese idioma inglés que Manuel aprendía en cada viaje y con el que tanto les vacilaba. Pero el siempre estaba feliz sabiendo que ayudaba a todos vendiéndolo y manteniendo a muchas familias de la zona.Además este viaje en particular le hacía mucha ilusión porque el irlandés le permitía traer en él nuevos enseres para su nueva casa. Ya había pensado en un aparador, una gran cama y unas bellas cortinas satinadas. Eso y alguna sorpresita para Carmita, de la que ella no sabía nada.Manuel hacía ese día su segundo viaje del año a Londres y poco le importaba que España estuviera en guerra pues ya había salido airoso de alguna trifulca corsaria. Valiente y orgulloso se despidió desde la borda aun dentro de la pequeña ensenada que les refugiaba del impetuoso mar del norte de Tenerife.Media hora después el navío salió pesadamente desde el fondo de muelle y se oyó un rugido que alertó a todos los tripulantes. Más aún cuando apreciaron que algunas piedras se desprendían de los acantilados cercanos al muelle y que impactaron en el mar.Vista la amenaza el capitán Barkin ordenó desplegar todas las velas y el William & Mary puso rumbo norte saliendo del oleaje que batía en la bocana del muelle.Manuel volvió a recordar el temblor nocturno y el rugido de la montaña. Inquieto y con un sudor frío se afanó con las jarcias que esa tarde daban mucha guerra. Pensando en su hija y en la nueva cuna que pensaba traer siguió un par de horas batallando con los aparejos. Dos horas más tarde, con la isla aún en el horizonte se oyó un trueno que alertó a todos que corrieron hacia la popa del barco. Procedía de la isla y tras el atronador ruido vieron el fulgor rojo que iluminaba el perfil de la isla. Luego más explosiones y unas lenguas rojas y amarillas que iluminaron Garachico.Manuel y otros tripulantes pidieron al capitán Barkin regresar a ver qué es lo que sucedía. El inglés se negó y tras una trifulca, su oficial ordenó rumbo Norte argumentando que eso eran fuegos artificiales.Horas después la luz roja se apagaba en el horizonte. Manuel no durmió preguntándose que podían ser aquellos ruidos y explosiones. En ese viaje no concilió el sueño y las pesadillas le atormentaron. Pese a ellos llegó a Londres y compró lo prometido para su familia. El no sabía que en Garachico ya no había ni casa ni familia y tres meses más tarde lo comprendió cuando volvió a la isla.PD1: El conocimiento de embarque es del propio Gilbert Smith solo unos años antes de la erupciónPD2: La erupción del volcán de Garachico o Arenas Negras el 5 de mayo de 1706 fue el fenómeno volcánico de mayor impacto económico y social ocurrido en la Isla de Tenerife que arrasó El Tanque y parte del pueblo y puerto de Garachico.Afectó a casas, palacios, conventos, y hasta la iglesia de Santa Ana, pero la mayor fuente de riqueza del municipio, su puerto, fue arrasado y sepultado por las coladas de lava, cambiando profundamente el desarrollo socio-económico de la comarca y de la Isla de Tenerife.

Carlos Cologán

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